miércoles, febrero 08, 2012

Crianza de un hijo con padres separados

No hay sentido tan natural, y sin embargo tan difícil como criar a un hijo. No existe ningún manual para ser padres, pero nosotros tenemos interceptada una brújula interna que nos permite tener conexión entre la mente y el afecto, y esa es nuestra única y verdadera guía.
Muchas veces, debido al escaso tiempo que tenemos, ya sea por el trabajo u otras obligaciones le damos muy poco espacio a la ternura, cuando este es uno de los ingredientes básicos para una buena relación: padres e hijos.
La crianza de un hijo, implica crear un clima y condiciones suficientemente favorables, para que pueda desarrollar su subjetividad, es decir, llegar a sentirse dueño de su vida y su futuro, pudiendo al mismo tiempo ser responsable del cuidado de si mismo. 
Hay que entender que la vitalidad no se genera por imposición de “lo que debes hacer”, sino por la vivencia de placer, de ternura y del compartir. Estos elementos le permitirán crecer como persona, tener un proyecto propio, desarrollar su propia identidad y tener confianza en sí mismo.
La tarea de los padres tiene que ver con involucrarse emocionalmente con ese hijo, tener empatía, adaptarse a sus necesidades y sus tiempos (eso no significa aguantar cualquier cosa), tener autoridad para marcar el rumbo y respetar la autoridad que le niño va experimentando.
Las dificultades para el niño surgen, cuando los padres que son encargados de su crianza no tienen claras sus propias ideas por sus vivencias infantiles o por la separación de ambos.
La separación de los padres es un evento traumático en la vida de los hijos, pero siempre es la mejor opción antes que la convivencia en un clima de constante hostilidad y desamor entre la pareja. Una vez que la separación ocurre, la función conyugal acaba pero la pareja debe seguir desempeñando el rol de padre, tratando de asumir las mismas responsabilidades como si aún estuvieran juntos.

Es cierto que la mayoría de veces la transición de un divorcio o separación no se da en los mejores términos. Casi siempre se mantiene durante años una relación de constante competencia entre ambos, por sentir quién da más, en muchas oportunidades les compran costosos juguetes u otros objetos  innecesarios, cuando lo importante no son los juguetes en sí, sino el desarrollo de un espacio de creatividad, en el que los juguetes u otros objetos son más que un medio, que le ayudará a desarrollarse.
Las actividades escolares, el  poder disfrutar de las salidas en familia y con amigos, las vacaciones, los momentos de entretenimiento y ocio, muchas veces genera conflictos entre los padres separados que se disputan el tiempo como si fuera un tesoro a obtener, poniendo el foco en la pelea conyugal y desviándose del único objetivo que es el de compartir tiempo y entretenimiento con los hijos. Esto repercute en los más chicos, que son los más vulnerables y no tienen la suficiente autonomía, quedándose atrapados en medio de esta situación. Se ven metidos dentro de una contienda que es sólo de los adultos, quienes no siempre pueden apartar a los hijos de estos problemas.

Cuando el padre y la madre viven en permanente desacuerdo entre ellos y con respecto a las decisiones de sus hijos, el niño experimenta una inestabilidad afectiva,  porque siente un conflicto de lealtades entre ambos. Los hijos generalmente quieren a ambos, pero frecuentemente sienten que deben ser fieles a uno de ellos, y esto les genera estrés.
Una manera de evitar ese estrés, es conciliar y organizar el tiempo compartido explicándole al niño que es lo que cada uno puede hacer, y eso dependerá del tiempo que cada progenitor tenga, así se evitaran  discusiones y peleas innecesarias que sólo provocan un impacto emocional dañino en el niño, que debe dividir su vida y su tiempo en dos.  
Una de las cosas más importantes en este tipo de contextos es hacer sentir bien a los hijos y que aunque la pareja esté separada, siguen siendo “padres” responsables de ellos, que los quieren, los protegen y que estarán de acuerdo en hacer lo mejor por su bien.
El divorcio supone una re-organización de la familia. Si bien en esta re-organización está  toda la familia involucrada, incluso la de ambas partes, la responsabilidad y el sostén de la organización le compete sólo a los padres. Un divorcio implica una separación de cónyuges, no de los padres. Existen los ex cónyuges no los ex padres.
Extraxcto de: www.escuelaparapadres.net